El sentido de la vida

(foto de Flowery L*u*z*a)
En el extremo exterior de la Vía Láctea, existe un planeta habitable, esto es, lo suficientemente cercano a un sol para no congelarse y lo suficientemente lejano para no vaporizarse. Las proporciones de gases, agua y tierra también son las adecuadas. Desde hace millones de años existe la vida en dicho planeta. De hecho, la especie dominante, los Mapus, como se refieren a ellos mismos, han desarrollado pequeñas sociedades poco evolucionadas. Aún son pocas tribus las que merodean, abrigados por pieles en el largo invierno, por el único continente de dicho planeta.







Aunque primitivo, ya han desarrollado un lenguaje y herramientas básicas. Están organizados para la caza y la recolección, y son capaces de preveer el almacenaje de alimentos antes del invierno. Su piel es de color verde, con algunas reminiscencias de escamas por los hombros y cabeza, en el resto del cuerpo las han ido perdiendo. Algunos de los descencientes ya nacen sin escamas. Los mas viejos del lugar recuerdan cuando sus abuelas les contaban que eso era una señal de mal augurio, pero ahora es bastante normal.

La tribu que se denomina a si misma como "Las primeras" es la mas antigua en aquel planeta, de un modo u otro el resto de tribus están emparentadas con ella. Ninguna se atreve a desafiarlos en combate, es mas, siempre son llamados para intervenir en los conflictos entre las otras tribus. Esto es debido en gran parte al respeto que sienten por la jefa de la tribu. La llaman "Gran Madre" o simplemente "Madre". Hay peregrinos que andan durante días para poder hablar con ella ya que tiene el don de la palabra, la palabra clara y estructurada, es decir, no solo habla, también es capaz de hilar largos razonamientos. De hecho fue la primera (o el primero, ya que esta especie cambia periodicamente de sexo, para adecucuarse a las necesidades reproductivas del grupo) en utilizar los tiempos verbales del futuro y del pasado. Sin ella no hubiera sido posible almacenar comida para comer "mañana" o "la próxima estación".

También posee el conocimiento del inicio de la vida, sabe, porque su madre se lo contó, y esta lo escuchó de la suya que lo había heredado de sus antepasadas, el lugar exacto en el que la vida comenzó. Por ese motivo su tribu dejó de ser nómada, para establecerse junto al lugar del inicio de la vida, donde hace miles de años la primera criatura apareció sobre aquellas tierras. Ella suele ir todos los días al amanecer al gran agujero donde empezó todo y allí espera que los peregrinos se acerquen a preguntar.

Una mañana, como cualquier otra, podía responder varias veces a las mismas preguntas "¿Será buena la temporada de caza?" "¿Qué número de animales es el correcto sacrificar para agradecer una buena recolección?", pero aquella fue especial porque le hicieron una pregunta que le hizo pensar, en lugar de responder mecanicamente.

-Que la Tierra te soporte toda tu vida.- saludó Madre (ese era el saludo ritual de los Mapus)
-Y el Gran Fuego (así se referían al sol) te caliente.- el joven cazador hizo una pausa, para no parecer maleducado.-¿Por qué estamos aquí?.- preguntó.
-Tú has venido a preguntar y yo a responder.- dijo pausadamente Madre.
-No me refiero a eso.-obviamente también tenía el don de la palabra clara.- Sabemos de dónde viene la vida, ¿verdad?
-Sí, de aquí.- respondió Madre, señalando al monticulo plateado a su espalda.
-Lo que yo me pregunto es cual es el motivo por el que la vida ha sido creada. ¿Cual es nuestra función aquí?

Madre siempre respondia pausadamente para mostrar una fingida reflexión, pero esta vez la reflexión tuvo que ser profunda.

-Hemos sido las criaturas elegidas para dominar estas tierras.
-¿Por quién?
-Por la Madre Tierra. De ahí venimos.- volvió a señalar al monticulo, con el pequeño hueco en su lateral.- Del suelo, de donde toda la vida nace. Las plantas crecen de abajo hacia arriba, ese es el movimiento de la vida. Salimos de la tierra y crecemos hacía arriba.
-¿Hacia el Gran Fuego?
-Exacto.-respondió satisfecha Madre.
-Pero sin el Gran Fuego no podría existir la vida, y sin la lluvia, que también viene de arriba, tampoco, ¿verdad?
-Cierto, la vida sale de la tierra y se dirige hacia arriba, hacia el alimento, como los animales que salen de las madrigueras para cazar. El hecho de que el alimento esté fuera es lo que le da el motivo para salir.Si la Madre Tierra nos lo diera todo no hubieramos salido nunca de su seno.
-Eso nos dice porqué sobrevivimos pero no aclara el porqué de nuestra existencia. ¿Por qué un día la Madre Tierra decide crearnos? ¿Cuál es nuestro objetivo?
-Nos han dado el regalo de la vida, ¿te atreves a cuestionarlo?
-No me malinterprete, no lo cuestiono, simplemente lo ignoro y me pregunto cual es el motivo.
-La bondad.
-¿Qué?
-La bondad es el motivo que movió a la Madre Tierra a crearnos. En su infinita sabiduría y caridad decidió darnos el don de la vida.
-Yo creo que hay otro motivo.
-¿Cuál pudo ser, segun tú?
-Lo desconozco. Pero tengo la sospecha de que fuimos creados para algo.
-Tú lo has dicho, lo desconoces.

Madre se quedó mirando al joven cazador, sin responder. Solía hacerlo cuando quería zanjar la discusión y ese era el mejor momento, su interlocutor había admitido su desconocimiento y ella había hablado en último lugar.

-Puedes irte.- sentenció Madre.

Cuando el joven cazador estaba a punto de irse, una humareda descendió por la gran agujero en el que se encontraban. Parecían varios Mapus corriendo. No tardaron en llegar donde se encontraban. Se trataba de un hechicero con dos de sus consejeros, aunque estos parecían mas una escolta, a juzgar por las armas que portaban.

-Que la Tierra te soporte toda tu vida.- saludó Madre
-Tengo algo que enseñarte.- dijo el hechicero, sin devolver el tradicional saludo, algo considerado como de muy mala educación

Madre miró al joven cazador, que no sabía si retirarse o no. Hizo un gesto con la mano indicando al hechicero que le podía mostrar lo que traía. Así lo hizo.

-Hemos encontrado esto, en un pantano no muy lejos de aquí.

Sacó de su bolsa un pequeño reptil, de color verde claro, con pocas escamas y sin cola. Lo depositó en el suelo y casi al instante adquirió una postura vertical sujetándose sobre sus patas traseras. Madre sonrió y se agachó para acariciar la simpática criatura.

-Me gusta vuestra mascota, es bastante original. ¿Cómo se llama?
-No es una mascota. Es una prueba.- respondió cortante el hechicero.
-¿Una prueba?.- preguntó intrigada Madre.
-De lo que yo llamo, "Los pequeños cambios".- dijo el hechicero, queriendo dar un halo de misterio al pronunciar aquel nombre.
-¿Y en qué consiste?
-Este pequeño animal, como bien dices, es bastante original. Por un lado tenemos su pequeña cola. Semejante a la que algunos de nuestros antepasados poseían, incluso alguno de nuestros descendientes siguen poseyéndola. Es señal de buen augurio en la familia.
-Ya veo. ¿Te refieres a que este animal atrae a la buena suerte?
-No. Olvida eso. Me refiero a que tiene algunas caracteristicas parecidas a las nuestras, como por ejemplo la falta de escamas. Parece que, con los cambios adecuados, podría ser.... casi como un Mapu.
-¡Blasfemo! .- gritó el joven cazador.- ¡La Madre tierra nos creó perfectos como somos! (y pensó, pero no lo dijo, "con un próposito aún no especificado").

Madre hizo un gesto tranquilizador con sus brazos, ya que los dos consejeros guerreros habían echado mano a sus armas.

-Eso que dices es bastante irreverente.- dijo finalmente Madre.
-Déjame terminar.- cortó el hechicero.- También hemos encontado uno mas grande, casi como la mitad de un Mapu adulto, pero lo tuvimos que matar, ya que nos atacó. Era casi como uno de nosotros, salvo con pequeños cambios. Las manos palmeadas, mas adecuadas al pantano, la lengua mucho mas larga. Obviamente no era capaz de comunicarse, pero ¿no hay muchos de los Mapus que todavía no pueden articular mas que frases cortas?
-Antes de que digas cosas de las que te puedas arrepentir en este territorio sagrado, déjame recordarte como salimos de la tierra. Fue aquí mismo. Desde ese agujero salió la primera de los Mapus para luego...

-Es muy pequeño.- replicó el hechicero.- Por hay no cabe un Mapu adulto, dificilmente un niño.
-¿Acaso tu viniste a este mundo tal y como eres ahora? ¿Acaso no saliste de un huevo, como todos nosotros?.- respondió Madre señalando uno a uno a todos los allí presentes.
-Y mas pequeño aún es el huevo de esta criatura, a la que tu llamas "mascota".
-También salió de ese agujero, ya que la vida proviene de ahí. Pero las primeras en salir fueron las Mapus. Con el objetivo de dominar a todas las critaturas sobre la superficie.

El joven cazador hizo un gesto de disconformidad, que en los Mapus consistía en desencajar la mandíbula, gesto que también hacían cuando necesitaban engullir un bocado demasiado grande.

-Veo que tu seguidor tampoco tiene las cosas claras.- puntualizó el hechicero.
-Este joven es un peregrino que se ha acercado al lugar donde comenzó la vida para ser iluminado por...
-¡Donde comenzó la vida!.- cortó el hechicero.- Desde incontables generaciones nos hemos referido a este montículo agujereado como "El lugar en el que comenzó la vida". Siempre de la misma manera. Si todo se ha mantenido inamovible desde el comienzo, ¿no sería mas razonable llamarlo "El lugar en el que la vida fue creada"?. "Comenzar" da la sensación que la vida fluye y cambia, aunque sea poco a poco.
-¿Con "Pequeños cambios"?.- dijo jocosamente Madre.
-Exacto.- respondió muy serio el hechicero.- He reunido pruebas que demuestran que la vida no ha sido siempre como la hemos conocido.
-¡Blasfemo! .- volvió a gritar el joven cazador

Madre pudo impedir la pelea, un solo gesto suyo hubiera llamado al orden a todos, pero no quiso. Realmente le molestaban aquellas ideas que contradecían toda la tradición heredada de sus progenitoras. El pequeño cuchillo del cazador cortó el cuello del hechicero. Uno de los consejeros, que aunque parecía un guerrero, no lo era, intentó agarrar su rudimentaria espada torpemente. Su oponente, mucho mas ágil y acostumbrado a la lucha, le arrebató el arma con un rápido movimiento y la utilizó para atravesarle el corazón. El otro consejero, que sí era guerrero, cortó de un tajo el brazo del cazador, que cayó al suelo entre gritos, salpicando con su verde sangre alrededor. Instintivamente, el guerrero se volvió hacía Madre, que para evitar males mayores, sobre todo para ella, expulsó por sus glándulas maxilares un chorro de veneno directamente a los ojos de su oponente. En cuanto entró en contacto con la piel esta empezó a descomponerse visiblemente.

-Lo siento. En cuatro dempus habrá terminado todo (el dempus es una medida temporal que se define como una fracción del airus, que es el tiempo medio que un Mapu puede estar bajo el agua sin ahogarse. Redondeando al alza, un dempus viene a ser poco menos de dos segundos)

El guerrero se tambaleó. Media cara ya había sido disuelta por el ácido, dejando a la vista el hueso. En las cuencas de sus ojos ya no había nada.

-Me sobran dos.- dijo agónicamente el guerrero, a la vez que blandia las dos espadas hacia donde suponía que estaría Madre y justo después donde nunca hubiera supuesto que estaría, consiguiendo cercenar torpemente su cabeza.

Ambos cuerpos cayeron al suelo casi a la vez, aunque la cara deformada del guerrero sonreía.


El pequeño réptil fue el único que quedó en pie. Olisqueó con su lengua el aire, y se dirigió directamente hacia la bolsa del hechicero donde había un poco de comida. La sacó ayudándose de sus torpes manos y corrió hacía el montículo, ajeno totalmente al concepto "El Comienzo de la Vida". Revisó varios agujeros, miró a un lado y a otro y finalmente decidió donde esconder la comida que le quedaba. Con sus pequeñas extremidades excarvó y con con un contoneante movimiento de su cuerpo expulsaba la arena hacía fuera. Paró al llegar a un piedra bastante dura. Bueno, en realidad pensó que era una piedra, ya que es a lo que estaba acostumbrado, pero en realidad se trataba de una lámina de metal. Piedra o metal, tenía que dejar de escarbar si no quería romperse las pequeñas garras, eso era algo que cualquier pequeño reptil sabe, ya que le es muy útil para su existencia. Lo que un pequeño reptil como aquel no sabe, porque no le es útil para su existencia, es leer. Así que aquella inscripción grabada en el metal no le dijo nada (aunque estaba traducida a mas de cincuenta idiomas):

"Depósito de residuos biólogicos sólidos y líquidos no reciclabes. Por favor, si encuentran esta cápsula haganla llegar al centro de procesamiento mas cercano. Propiedad de N.I.I. AXARCO en misión de exploración y comercio. Planeta Tierra"
Comparte:

2 comentarios:

  1. ummm¡¡¡¡ referencias a otro relato, un darwin verde, muchas horas viendo V.

    Mi veredicto es que me gusta.

    ResponderEliminar
  2. Con fe nos conciben, en nombre de ella nos matan. ¿Para qué?¿Por qué? Ni "Madre" lo sabe. Está muerta.

    ResponderEliminar

Deja tus comentarios aquí, ¡Muchas gracias!

Archivo del Blog

Good Reads

Aniara
La vieja guardia
Enhorabuena por tu fracaso
Alma
El paciente
La emperatriz de Tánger
Apropiación indebida
Joaquín María Pery y Guzmán y aquella Málaga que fue
Homine ex machina
Encantado de conocerme / Pleased to Meet Me
La filosofía de la composición / El cuervo
La historia de tu vida
El desierto de los tártaros
Mientras escribo
El ajedrecista
Rojo
Necrópolis
El anacronópete
El asesinato de Pitágoras
Antologia de relatos de terror


Miguel Rico's favorite books »